Cambios
En la comodidad no hay excelencia

En la comodidad no hay excelencia

Rebobinemos.

Una vez que el concepto de una Bioceres sin activos fijos entró en crisis, otros nudos del modelo de negocios empezaron también a brotar hacia la superficie. En el caso de que finalmente se lograra un evento transgénico comercializable, ¿Cómo se daría la captura de valor, si la firma no contaba con variedades propias de los principales cultivos de interés agronómico? ¿Quedaría el margen de acción reducido a la única opción de licenciar la tecnología a alguna de las grandes agrobiotecnológicas del mundo? ¿Valía la pena tener bajo el ala una empresa que eventualmente permitiera llegar al mercado con una genética propia?

Al mismo tiempo surgió un cuello de botella del tipo “societario”: debido al artículo 31 de la ley general de sociedades, “ninguna sociedad, excepto aquellas cuyo objeto sea exclusivamente financiero o de inversión, puede tomar o mantener participación en otra u otras sociedades por un monto superior a sus reservas libres y a la mitad de su capital y de las reservas legales”. Dadas sus inversiones en Indear, Bioceres se veía obligada a dejar de ser una “sociedad que diseña, gerencia y financia proyectos de investigación y desarrollo en agrobiotecnología” para convertirse en una sociedad inversora, un holding con participación accionaria en distintas sociedades. Fue durante la asamblea de accionistas de septiembre de 2007 que terminó de aprobarse el cambio de objeto social.

Cuando Bioceres comprobó que no podía continuar su modelo de redes sin activos fijos, parió a Indear. Cuando sobrevino la crisis de crecimiento que la llevó a cambiar de objeto social, engendró a Bioceres Semillas.

Se evaluaron las alternativas para erigir una semillera. Estaba la posibilidad de comprar una empresa ya en marcha, también la de contratar un equipo gerencial ya formado. Otra alternativa era arrancar desde cero, tal como se había hecho con Bioceres. Después de muchísimos análisis, se eligió esa tercera opción: Bioceres Semillas sería la división encargada de comercializar las semillas mejoradas a partir de los distintos desarrollos de la empresa, ese canal propio que le permitiría llevar adelante su propia estrategia comercial, así como ganar poder de negociación al eludir la obligación de licenciar sus futuros desarrollos para llegar al mercado. Bioceres se convirtió entonces en el “Grupo Bioceres”, un holding con participación accionaria en distintas empresas que, si bien actuaban sobre la base de objetivos específicos, seguían manteniendo un horizonte compartido. Ahora la Bioceres “histórica” que se dedicaba a gerenciar proyectos convivía con Bioceres Semillas y con Indear.

Bioceres se convirtió entonces en el “Grupo Bioceres”, un holding con participación accionaria en distintas empresas que, si bien actuaban sobre la base de objetivos específicos, seguían manteniendo un horizonte compartido.

Esta expansión, sumada al ascendente proyecto Indear, condujo a que las oficinas en el Minetti terminaran quedando chicas. Se alquilaron otras en la calle Moreno entre Córdoba y Rioja, no tan distinguidas como las del “Palacio” pero lo suficientemente amplias como para albergar a quienes seguían sumándose al proyecto. La mudanza sucedió en 2009, el nuevo espacio ocupaba el cuarto piso de un edificio en construcción, no disponía aún de ascensor y cuando tenían lugar las reuniones de directorio había que tener a mano una jarra de agua para los asistentes que tras subir las escaleras siempre entraban con la respiración agitada. Luego se alquiló también el tercer piso. Y para cuando se inauguró Indear, la sede central de Bioceres quedó emplazada en el entonces flamante Centro Científico Tecnológico en Rosario. No más mudanzas.

Pero en algunos sectores las estructuras estaban duplicadas. De ahí que, a principios de 2011, el directorio del grupo tomó la decisión de unificar el funcionamiento de las distintas unidades de negocios bajo la conducción de una única figura ejecutiva. Creó el cargo de CEO y designó en ese lugar a Federico Trucco, que hasta entonces oficiaba como gerente general de Indear y tenía 34 años. Nacido en Rosario, bioquímico de profesión por la Universidad del Estado de Louisiana, con maestría en malezología y fitopatología de la Universidad del Estado de Colorado, un doctorado en ciencias de los cultivos y una especialización en administración de negocios de la Universidad de Illinois, Federico no solo conocía a fondo la compañía que entre otros había fundado su padre y en la que trabajaba desde 2005: también traía bajo el brazo algunas ideas respecto de cómo “subirla al cohete” para llevarla a otro nivel.

Aimar Dimo, vicepresidente de Bioceres, y Marcelo Carrique, presidente de Bioceres.
Acuerdo entre Bioceres y Arcadia, 2012.

El staff de conducción del grupo fue reorganizado en dos direcciones, seis gerencias, una jefatura y un cargo de coordinación. La dirección científica se mantuvo al mando de Alejandro Mentaberry (quien poco tiempo después dejaría la empresa); y para la estrategia se convocó a Claudio Dunan, quien no solo era uno de los 23 socios fundadores de Bioceres sino que además portaba una enorme trayectoria en compañías proveedoras de tecnologías para el agro. Los gerentes fueron Martín Vázquez (investigación), Gerónimo Watson (desarrollo), Fernando López (financiamiento competitivo), Martín Mariani (Bioceres Semillas), Federico Gimbatti (administración y finanzas) y Celina Trucco (asuntos legales). La posición de jefe de planta quedó a cargo de Martín Salinas. Y el coordinador fue Mariano Malisani, entonces el miembro más joven del equipo. Después de un valioso aporte durante los primeros años de la compañía, Mariana Giacobbe decidió tomar un nuevo rumbo y dejar la empresa.

Ese mismo año –el 19 de octubre- se creó en Estados Unidos Bioceres Inc., lo que transformó a la compañía en una firma internacional y situada en un lugar estratégico para captar nuevos mercados, solicitar patentes y encarar procesos desregulatorios. También en 2011 Marcelo Carrique reemplazó a Víctor Trucco en la presidencia del directorio.

2012 marcó para Bioceres un año trascendental. En febrero -y de la mano de Arcadia Biosciences- se creó Verdeca, un joint venture cuya mira era internacionalizar las tecnologías que ambas empresas tenían para aplicar al cultivo de soja. Meses después, en conjunto con Rizobacter Argentina, se dio inicio a Semya, empresa en la que se buscó combinar las capacidades de ambas socias para desarrollar y desregular productos biológicos agrícolas de segunda generación, sobre todo tratamientos de semillas adaptados a tipos particulares de suelos. Semya se volvió una pata fundamental de la estrategia del grupo para el desarrollo de productos integrados en los que confluyen germoplasma, eventos biotecnológicos e insumos biológicos y químicos en una semilla con mayor potencial productivo. Fue reconociendo la progresiva importancia que las soluciones de biología sintética tenían en el campo agrobiotecnológico que Bioceres dio un paso más y junto a dos microbiólogos de destacadísima trayectoria, los doctores Diego de Mendoza y Gustavo Schujman, fundó ese mismo año Inmet, compañía dedicada a proyectos de ingeniería metabólica. También ese 2012 se incorporó como director de asuntos regulatorios el doctor Moisés Burachik, pionero indiscutido en la regulación argentina de organismos genéticamente modificados.

El staff de conducción del grupo fue reorganizado en dos direcciones, seis gerencias, una jefatura y un cargo de coordinación.

En diciembre Bioceres se transformó en la primera empresa en calificar para el novedoso Programa de Fomento de la Inversión Emprendedora en Tecnología, también conocido como “PROFIET”, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la nación. El PROFIET resultaba atractivo porque permitía que, de cara a una nueva ronda de ampliación de capital, los inversores recibieran del monto invertido en acciones el equivalente al 50 por ciento en bonos fiscales para cancelar impuestos nacionales, lo que implicaba ni más ni menos que comprar la acción a mitad de precio. Durante 2013 Bioceres consiguió 11 inversiones por esta vía, y para 2014 había colocado ya el cien por ciento de esta emisión entre accionistas existentes y nuevos inverso- res, consiguiendo 13 inversiones en total.

Eric Ray, CEO de Arcadia.

Ese 2014 marcó para la empresa el año de la profesionalización del equipo de conducción: se crearon nuevas direcciones ejecutivas, asignando -y en algunos casos contratando recursos humanos de altísimo nivel. Por caso Gloria Montaron Estrada, que se incorporó en marzo como directora de asuntos legales y propiedad intelectual. Abogada de la UBA con una maestría en propiedad industrial y especializada en derecho administrativo, Gloria había asesorado en estas áreas a empresas nacionales e internacionales y litigado ante los Tribunales Federales. Venía de trabajar en el estudio Marval, OFarrell & Mairal desde el ‘98, donde era responsable de los temas de propiedad intelectual de Bioceres. Martín Vázquez fue promovido a director científico, Gerónimo Watson quedó como director de productos y tecnologías, Patricia Miranda como gerente de asuntos regulatorios y Fernando López como gerente financiero, con Carlos Dezar como su par en el área de prospección de tecnologías. Dunan continuaba al mando de la estrategia. Celina Trucco fue nombrada controller. Y Federico seguía siendo el CEO, el “cerebro” que concibió para la compañía un proceso de globalización de capacidades para llevar el negocio a otra escala. No faltaba mucho para que HB4 saltara a la esfera del dominio público y Bioceres tomara la decisión de convertirse en una empresa que cotiza en la bolsa de Nueva York.

2012 marcó para Bioceres un año trascendental. En febrero -y de la mano de Arcadia Biosciences- se creó Verdeca, un joint venture cuya mira era internacionalizar las tecnologías que ambas empresas tenían para aplicar al cultivo de soja.

En 2012 el Estado argentino recuperó el control de YPF, estalló la llamada primavera árabe y Barack Obama fue reelecto presidente de Estados Unidos. Un año después Jorge Mario Bergoglio fue ungido Papa Francisco; uno más y fue lanzado el primer satélite geoestacionario producido por un país latinoamericano: el argentino ArSat-1. En 2015 la revista satírica francesa Charlie Hebdó sufrió un ataque terrorista en el que murieron diez personas. En 2016 el Reino Unido optó por salir de la Unión Europea en un proceso político conocido como Brexit. Y ese mismo año dejó este planeta David Bowie, apenas unos días después del lanzamiento de su último disco, Blackstar.

Bowie. El mundo de la música quedó en shock ante la partida de un artista tan excéntrico como imprevisible y original, y con ese tenor atónito se escribieron toda clase de necrológicas en las que las palabras más repetidas eran “innovación”, “experimentación”, “creatividad”, “transgresión”, “reinvención”. Atrevido, hermoso y desconcertante, David Robert Jones fue un provocador, tan adepto a huir del acomodo que solía decir cosas como que “si algo funciona, es porque es viejo”. Un sujeto que supo encarnar un caleidoscopio de perfiles tan heterogéneo y vasto que por algo lo apodaron como “el camaleón del rock”: porque su instinto voraz por hacer cosas nuevas lo llevó a comprender como pocos el valor del cambio, el hecho de que dejar de asumir retos puede ser dañino y hasta atrofiar la creatividad. Los changes de Bowie no eran apuestas seguras, todo lo contrario: eran misiones repletas de riesgo en las que casi siempre terminaba adelantándose a sus tiempos, igual que el Major Tom que en ese hit de potencia celestial que es Space Oddity se lanza al espacio y deja el mundo material para alcanzar, por fin, las estrellas.

Voces

FEDERICO TRUCCO: CEO de Bioceres, Conversación vía zoom, abril de 2021

«EL SECRETO DEL ÉXITO tiene que ver, en parte, con poder hacer que el fracaso se vuelva un buen negocio. En la ciencia solo se puede generar conocimiento a partir del rechazo de una hipótesis. Por su misma metodología la ciencia construye a partir del fracaso, la falta de rechazo de una hipótesis no genera conocimiento nuevo. Bioceres construyó un modelo que hace que todo lo que le sale mal genere un valor residual que hasta puede ser más importante que el que perseguía inicialmente. Eso significó, por un lado, que perdamos el miedo al fracaso; por otro encontrar la forma de desacoplar el recorrido de la compañía de sus posibilidades financieras”.

GLORIA MONTARON ESTRADA: Directora de Legales y Propiedad Intelectual en Bioceres, Conversación vía zoom, junio de 2021

«YO VENGO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL, de poder pensar que nuestro país busque la forma de proteger sus invenciones, en combatir ese paradigma que muchas veces tenemos los argentinos de ser copistas en vez de generar valor. Lo que me atrajo de Bioceres es que en el proyecto vi una de las primeras empresas locales que de verdad decidía apostar al conocimiento. A crecer con la innovación, no comprando ladrillos. Y a que te va a ir bien si en vez de pagar regalías para comprar lo que hace el mundo, te ponés a desarrollarlo para que otros te paguen regalías a vos. Por todo eso fue que en 2014 decidí irme a una empresa que no ganaba plata, sólo hacía aumentos de capitales”.

GUSTAVO GROBOCOPATEL: Socio fundador y primer presidente de Bioceres En, “Palabras del Presidente del Directorio de Bioceres SA”, Memoria y Balance 2006

«BIOCERES SEGURAMENTE se reinventará varias veces en los próximos años”.

CARLOS POPIK: Miembro del directorio de Bioceres ,Conversación vía zoom, julio de 2021

«TUVIMOS UNA LUCHA INTERNA, porque todos sabíamos qué queríamos, pero no había unanimidad en cómo lo íbamos a conseguir. En un momento dado decís: ‘Ya fui niño, ya jugué, ya hice las macanas del adolescente, ahora me toca ser adulto’. Había quienes se inclinaban por mantener Bioceres como una especie de club de amigos, mientras que otro grupo que dijo ‘a esto hay que profesionalizarlo. Y que los amigos sigamos dando el sustento intelectual, emocional y de pertenencia’. Ganó la idea de profesionalizar, y Federico fue el kick off de esa profesionalización”.

CLAUDIO DUNAN: Director de Estrategia en Bioceres ,Conversación vía zoom, abril de 2021

«NOMBRAR A FEDERICO TRUCCO como CEO fue otro de los grandes aciertos de Bioceres. Si Víctor Trucco fue el visionario que dio el primer puntapié, Federico fue quien tomó la empresa para llevarla a lo que es hoy. En 2011 Bioceres era todavía un concepto a desarrollar”.